Jueves 2 – ESTRENO «OTTO» de Bruce LaBruce

20,30 horas: EL PRINCIPIO  de Artavazd Pelechian. Armenia, 1967. 8′.
Cortometraje  realizado a través de imágenes de archico dedicado al 50º aniversario de la Revolución de Octubre 1917. Trabajo tesis de fin de carrera en el VGIK (Instituto de Cine de Moscú) en donde se anticipan las teorías de montaje a distancia elaboradas por el autor: sabio collage de los motines revolucionarios y su expresividad propia.

20,40 horas: OTTO, ARRIBA LOS MUERTOS de Bruce

ottoingraveLaBruce.  Alemania/Canadá, 2008. 95′.

Enfant terrible e icono del cine homo-punk, Bruce LaBruce hizo varias películas en una: Otto ó Arriba los Muertos un filme de zombis que combina la comedia romántica, el porno, la política, el terror y la animación. Dos historias se entrecruzan: por un lado la de Otto, recién despertado de entre los muertos y atrapado entre un presente escalofriante y un pasado colorista y hermoso; por el otro, la de Medea, que filma un documental político-sexual en blanco y negro. El singular LaBruce nos ha regalado una de las bellas sorpresas, un maravilloso popurrí visual: ¡arriba los muertos!

 

22,10 horas: POSTDATA es una nueva Sección de La Quimera.

Un espacio que nos inventamos para compartir la insolencia y la radicalidad. Pequeñas obras de fricción que derivan entre el museo de arte contemporáneo y la sala cinematográfica. Pero si el primer hogar de LA EDAD DE ORO o de los viajes cinemáticos de Man Ray fue un cineclub, por qué no íbamos a hacerles un lugar a estas películas en La Quimera? Esta vez veremos:

 EL GABINETE DE JAN SVANKMAJER de Hermanos Quaid. Ingaltera, 1984. 14′.

Muñecas rotas con la mirada vacía, archivadores de museos olvidados, imprudentes cantidades de polvo, tornillos rebozados de óxido, sombras móviles y esqueletos de pájaros son algunos de los insólitos marteriales que han empleado los gemelos idénticos Timothy y Stephen Quaid para construir una obra cinematográfica que los han convertido en el gran referente de la animación experimental contemporánea. ‘Comparamos nuestro trabajo con un haiku o un espectáculo de ballet contemporáneo porque son dos lenguajes artísticos muy consisos que te obligan a interpretar cada detalle, cada gesto. Para nosotros, el placer es siempre mayor si el espectáculo no es narrativo. De un modo parecido, el haiku juega con la sugestión, no te ofrece soluciones como hacen las películas de Hollywood o la animación de Disney’, dicen los hermanos Quaid. Adentrarse en sus cortos, es penetrar en espacios de creación total, cerrada, completa y perfecta, en estructuras narrativas alógicas, regidas por su propias leyes, enraizadas en lo onírico y en un surrealismo palpitante.

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