On the Bowery, de Lionel Rogosin

Estados Unidos –  1957 – 65 min

JUEVES 14 DE JULIO A LAS 20:30 HS EN EL TEATRO LA LUNA

Pasaje Escutti 915 – Córdoba :: Entrada libre – Contribución voluntaria

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«Filmar On the Bowery me enseñó un método para moldear la realidad en una forma que puedo tocar la imaginación de los otros… Capturar la realidad espontáneamente y darle vida implica más que simplemente escoger gente del medio. Se les debe permitir ser ellos mismos, que se expresen de su propia manera pero en concordancia con las abstracciones y con los temas que uno como director sea capaz de ver en ellos.»

Lionel Rogosin

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Entrevista con Lionel Rogosin (por Eric Breitbart, Sightlines, Verano/Otoño, 1987)

¿Puede hablarme de sus inicios?

Nací en New York, pero siendo todavía joven nos trasladamos a Port Washington (en New York´s Long Island). Era un suburbio, pero estaba la Bay (Bahía) y el Sound (Sonido). Pesqué y navegué mucho. Cuando comencé a ser director, cambié mis intereses de la naturaleza al cine.

¿Ve la naturaleza y el cine como opuestos?

No, los veo muy cercanos. Para mí el cine es una forma de ver la naturaleza. Es como un pintor. Solo que en lugar de ver paisajes veo personas. Me gustaría hacer una película sobre el mar. Es uno de mis sueños, pero nunca he estado cerca de cumplirlo. Es un increíble tema para el cine.

¿Pensó que alguna vez sería director de cine?

No, no tenía ni la más mínima idea. Había visto “Hombres de Aran” de Flaherty muy joven, sobre los 12, y quedé muy impresionado. La película me inspiró. Se puede decir que ese fue el principio aunque no fuese consciente de ello. Es interesante que la película trate sobre el mar. Por supuesto Flaherty es un director muy importante para mí.

¿Cuándo empezó a hacer películas, era consciente de ser parte de una tradición documental?

Sí, aunque no me guste la palabra documental. Es una palabra inapropiada. No sé porque Grierson la utilizó. Llamar documental a “la creativa expresión de la realidad” carece de sentido. La expresión creativa de la realidad no es documental, que significa documento, o hecho. Incluso el cinema verité (cine- verdad), que no es mi tipo de películas, es como expresión una mejor opción. No me siento documentalista. Solo puedo decir que en mis inicios, seguí el mismo camino que Flaherty y De Sica. Vi las películas neorrealistas después de la guerra, y mi aspiración era fundir las dos tendencias –las películas poéticas de Flaherty y la narración ficcionada de los neorrealistas- cosa que creo conseguí en “Come Back, Africa”.

¿Entonces decidió convertirse en director de cine?

Trabajaba es una gran empresa, y acumulé el suficiente dinero para poder hacer “On the Bowery”. Que fue completamente autofinanciada, con un presupuesto muy bajo.

¿Cuánto era un presupuesto bajo en esos tiempos?

Cerca de los 30.000 dólares.

¿La rodaste en 35 mm?

Sí, tuve a los dos mejores profesionales de New York para mi primera película, Dick Bagley como operador de cámara, y Carl Lerner como montador. Bagley no era tan conocido como Lerner. Bagley no hizo demasiadas películas, solo unas pocas industriales y anuncios. Vivió en Italia una larga temporada. Bebía mucho. Cinco años después de haber rodado “On the Bowery” murió víctima del alcoholismo, con 37 o 38 años; por lo que se sentía muy cercano al tema de la película. Sabía que era un gran bebedor, después del primer día de rodaje me di cuenta que era un alcohólico. Pero cuando proyectamos las primeras pruebas, todo estaba en foco (enfocado), así que solo pude decir, perfecto. Hizo un maravilloso trabajo [utilizando como referencia los cuadros de Rembrandt].

¿Cuánto duró el rodaje?

Tres meses. Seis meses para editarla. Debían ser tres, pero se complicó todo porque queríamos montarla nosotros mismos. Ninguno de nosotros sabía hacia donde orientar el montaje hasta que encontré a Carl Lerner. El pobre tuvo que reunir de nuevo todo el material para poder hacer algo.

¿Había un guión?

Teníamos una escaleta de dos páginas, era suficiente para marcar un rumbo. La película ya estaba rodada en mi cabeza. Conocía el tema muy bien, no necesitaba un guión después de haber estado seis meses observando el barrio Bowery. Sabía que Flaherty había invertido tres años en Aran, y mucho tiempo con los esquimales. Es lo primero que hay que hacer para este tipo de películas, dedicar mucho tiempo a observar en las propias localizaciones y con las personas reales.

¿Pensabas en cual iba a ser su audiencia o en cómo iba a ser distribuida?

Era muy ingenuo con respecto a la distribución. Sabía que “The Quiet One” (1948) y “El pequeño fugitivo” (1953) habían sido estrenadas en cines así que me figuré que también podría hacerlo. La recaudación fue extremadamente baja, y eso que no esperaba demasiado. “On the Bowery” fue una película de aprendizaje para poder hacer “Come Back, Africa”. No esperaba que “On the Bowery” tuviera el éxito, el reconocimiento que tuvo; tampoco pensaba que fuera tan difícil obtener un cierto beneficio o distribución. Trabajé como un poseso durante tres años, y el resultado fue nulo, en términos económicos.

¿Distribuiste tú mismo “On the Bowery”?

Al principio sí. La llevé a Venecia donde ganó el Gran Premio; también un premio de la Academia Británica. Un distribuidor británico me ofreció 3.000 dólares por anticipado y eso cambió mi forma de pensar. Otro distribuidor me ofreció el 50% de los beneficios. Luego abrí un cine-arte en la 55 de la Calle Playhouse, con Cy Harvey, donde empezó Janus. Estuvo en cartelera un mes, lo que estaba muy bien teniendo en cuenta el tipo de película que era. Tuvimos buenas críticas, exceptuando el crítico del “New York Times” Bosley Crowther, que realmente odiaba la película. Harvey dijo que era el fin, que esa crítica mataba la película. Pienso que se equivocaba, no hubiéramos tenido la posibilidad de estrenarla en todo el país de ninguna manera. “On the Bowery” no tuvo un recorrido comercial. La mayoría de los distribuidores que la veían decían: ¿Quién va a querer exhibir esto? Fue emitida en 16 mm. dentro del programa “Omnibus” de la CBS. Dratfield la cogió para su distribuidora “Contemporary Films” (Películas Contemporáneas), y tuvo bastantes peticiones, alquileres. Realmente hizo un gran trabajo con los directores independientes.

Realmente fuiste una avanzada de la nueva ola de directores independientes, ¿no crees?

Fuimos unos cuantos, Shirley Clarke, Sidney Meyers, Jonas Mekas, Emile de Antonio. Fundamos un grupo en 1960. Era muy anarquista, y estaba condenado al fracaso. Alrededor de 50 nos reunimos en una habitación de New York. Redactamos un manifiesto, y a los seis meses, el grupo se disolvió. Luego Jonas creó la Cooperativa Film-Makers, que hizo las cosas bastante bien, relativamente hablando. Casi al mismo tiempo inauguré el Cine Bleecker Street. Quería una sala de exhibición propia para mí mismo y para otros directores. Fue útil para muchos directores durante una larga temporada, casi 10 años.

¿Cómo conseguiste el dinero para “Come Back, Africa”?

No hice dinero con “On the Bowery” pero conseguí una cierta reputación que me permitió conseguir dos terceras partes del presupuesto, que era muy pequeño. Filmar en Sudáfrica costó muy poco excepto por el viaje.

¿Te consideras un director radical, alguien que quiere provocar un cambio social?

Esa era mi intención… Desgraciadamente, “Come Back, Africa” nunca fue emitida en televisión. Si hubiéramos tenido una televisión en condiciones, hubiéramos podido continuar haciendo películas. Con el “nosotros” quiero decir todos los directores que hacen cine social desde 1960 hasta hoy día…

Tienes 30 años de experiencia como director independiente. Si tuvieras que dar un consejo a los nuevos directores, ¿qué les dirías?

Primero decir, que no tengo respuestas fáciles. No he tenido elección. No puedo parar de intentar de hacer películas. Si pudiera escribir novelas quizás lo haría. Es una pregunta difícil. Vivir en otro país puede que sea importante. Ayuda ver claro. Necesitas experiencia vital. No puedes ser artista si solo sabes de arte… Hay un pasaje de Dostoyevski que significa mucho para mí: “El hombre es un misterio. Ese enigma debe ser resuelto. Y si dedicas toda tu vida a ello, no podrás decir que has malgastado tu tiempo. Me he ocupado yo mismo de este enigma, porque deseo ser un hombre”. No estoy diciendo que todo director deba pensar así, y haga de eso su objetivo, pero es un concepto bastante importante.

 

Fuente:
http://es.slideshare.net/JulioPollinoTamayo/lionel-rogosin-el-ltimo-hroe-americano-2011-julio-pollino-tamayo

 

 

 

 

 

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